Fantasma vengador




Carol llegó a su apartamento después de un largo día de trabajo, a la editorial habían llegado varios manuscritos y a ella le pidieron que los revisara para ver si estaban aptos para publicar, ya había terminado uno y se puso en contacto con el escritor para  hablar sobre las condiciones de publicación.
Parecía un hombre agradable, aunque solo escuchó su voz.
Sacó el manuscrito y se acostó para darle una segunda revisada y hacer algunas notas para la corrección. Se quedó dormida, pero no pasó mucho tiempo cuando se despertó sobresaltada, un sudor frío recorría su cuerpo, soñó que una mujer se acercaba a su rostro y sintió su aliento frío cuando dijo unas palabras que ella no entendió. Encendió la luz, su sueño fue tan real, le pareció sentir la respiración de esa mujer.






Al día siguiente llegó al restaurante donde había quedado reunirse con Damián Garza, el escritor, ya estaba allí y ella caminó hacia él, a Carol le pareció atractivo.
Damián se levantó al verla y le dio la mano para saludarla. Ella se sonrojó al ver cómo sus ojos claros la miraban, sintió que la atravesaban y que podía saber lo que estaba pensando, trató de que no fuera muy obvia la atracción que sentía por aquel desconocido. Se sentaron y mientras Carol decidía que pedir, algo llamó su atención, una mujer pálida la miraba, y mientras se acercaba más la atemorizaba, miró alrededor y nadie parecía notar la presencia fantasmal que se aproximaba, Carol cerró los ojos, aunque le parecía extraño pensó que podía ser producto del cansancio del trabajo, cuando abrió los ojos la mujer estaba detrás de Damián, Carol se levantó de un sobresalto, los clientes del restaurante la miraron sorprendidos, Damián la miraba fijamente, Carol no sabía qué hacer, de repente el miedo fue aumentando porque la mujer que estaba frente a ella era la misma de su sueño la noche anterior y del cual Carol se despertó asustada.
—Lo siento, tengo que irme ¿podemos conversar en otro momento? —preguntó Carol. Damián aceptó ya que la vio muy alterada.
Carol tomó su bolso y cuando llegó a la puerta junto a ella estaba la mujer.
—Es... míaaaa —dijo con voz débil.
Carol corrió a su automóvil, no podía creer lo que le estaba pasando, ¿a qué se refería con «es mía»? Cerró la puerta del automóvil y la mujer estaba enfrente de él, Carol cerró los ojos. Puso en marcha el automóvil, iba cómo si la persiguiera la policía. No supo cómo logró llegar al apartamento sin tener algún accidente o ser detenida.
Damián la llamó para saber cómo se sentía, ella no le dijo la verdad por miedo a que creyera que estaba loca, además no le tenía la suficiente confianza para hacerlo.
Ella se disculpó y le dijo que si quería se podían reunir en el apartamento, no tenía ganas de salir y necesitaba concretar la negociación, Damián aceptó encantado.
Llegó al apartamento y la reunión fue satisfactoria, llegaron a acuerdos beneficiosos para Damián y la editorial.
Los días pasaron y la amistad entre Carol y Damián creció, él era caballeroso con ella, pero así como todo marchaba bien entre ellos, la salud de Carol comenzó a preocupar a sus amigos, sobre todo a Carlos Noguera, compañero de trabajo y mejor amigo de Carol, a él no le gustaba la nueva amistad de Carol y se sorprendió al escuchar que se habían hecho novios, él la amaba en silencio, pero disimuló y mostró alegrarse por la nueva pareja.
Carol seguía con las pesadillas, además de que esa mujer la atormentaba a donde fuera, esa situación había afectado su trabajo, desmejorando su desempeño laboral.
Su jefe al verla tan débil le permitió trabajar desde su casa y Carlos se ofreció a ayudarle, Carol estaba agradecida por contar con la ayuda de él.
Una mañana Carlos fue al apartamento de Carol y desde una de las ventanas vio a una mujer que lo miraba fijamente, él pensó que era alguien que visitaba a Carol, cuando llegó al apartamento, miró a los lados.
—¿Y tu visitante? —preguntó Carlos.
—Estoy sola —dijo Carol.
—No hagas bromas, vi a una mujer que me miró desde la ventana de tu habitación —dijo Carlos.
—¡No puede ser! ¿También la viste? —preguntó Carol.
Él asintió y ella se sintió con la suficiente confianza para contarle lo que le pasaba desde hace tiempo, él no dudó en su historia, había visto a la misma mujer y era tal como ella la describió.
Damián llegó al apartamento y se puso serio al ver a Carlos allí, él entendió el disgusto de Damián, se despidió de Carol y se fue enseguida.
Carol se sentía más animada, ya que gracias a Carlos confirmó que no estaba loca y esa mujer no era una alucinación.
Abrió su correo electrónico y tenía un mensaje de Laura, la encargada de transcribir el libro de Damián con las correcciones, ella no sabía cómo se le perdieron varias páginas del capítulo ocho del manuscrito y al revisar el archivo daba un error al abrirlo, así que quería que Carol le pidiera a Damián que lo enviara de nuevo a su correo.
Carol revisó el archivo que ella tenía en su bandeja de entrada de su correo, tampoco servía.
—Amor, ¿puedes enviarme de nuevo el archivo de tu libro? —dijo Carol a Damián.
Damián revisó su correo y se sorprendió al ver que también estaba dañado el archivo.
—No importa, a Laura le faltan algunas páginas del capítulo ocho, voy a pedirle el manuscrito para que puedas editarlo —dijo Carol.
—No puedo, no recuerdo qué sucede en ese capítulo —dijo Damián. Carol sonrió.
—¿Cómo no vas a saber qué sucede? Es tu historia, yo la leí y sé que es sobre el descubrimiento que hizo el detective, tú lo escribiste y tuviste que leerlo para editarlo —dijo Carol.
—Es... míaaaa. —La mujer estaba detrás de Damián, Carol la vio y a pesar del miedo que tenía, por fin comprendió.
—¿La historia no es tuya? La robaste a la mujer que me atormenta —dijo Carol.
—¡Estás loca! —dijo Damián.
—No, ella desde que te llamé para publicar tu libro está siguiendome, la veo, en este momento está a tu lado —dijo Carol.
—¡CÁLLATE! —gritó Damián y empujó a Carol, ella pegó de la pared y perdió el conocimiento.

* * * * *

Carlos estaba en la editorial, algo lo tenía preocupado, la mujer que había visto en el apartamento de Carol le parecía conocida y no podía recordar dónde la había visto antes.
—¡No puede ser! —dijo para sí.
Buscó en su correo electrónico, Araceli Montero, Carlos leyó el archivo, era igual al que estaba trabajando Carol, con la diferencia de que el autor era Damián.
Carlos buscó en Internet el nombre de Araceli Montero, había varios artículos sobre ella, unos decían que estaba desaparecida y en otros ya daban la fatal noticia de que la habían encontrado sin vida, según la investigación la habían asesinado y no se supo el motivo, ni quién fue su asesino.
Carlos llamó al teléfono de Carol, pero no le respondió.
Algo le decía que Damián tenía que ver con la muerte de Araceli.
Se sobresaltó al verla allí, Araceli solo hacía señas con su mano para que la siguiera, él no sabía qué hacer, hasta que escuchó lo que le dijo.
—Ayúdala, está en peligro —dijo Araceli.
Carlos supo que se refería a Carol, salió de la oficina y siguió a Araceli.
Subió a su automóvil y condujo hacia dónde Araceli lo llevó, una fábrica abandonada, antes de bajarse del automóvil llamó a Iván Barrios, un amigo policía y le dijo que Carol estaba allí secuestrada, no pudo decirle cómo sabía que estaba en ese lugar, él le pidió que se quedara afuera que pronto llegaría, pero Carlos no hizo caso, entró a la fábrica, vio a Damián, estaba solo.
—¿Dónde está Carol? La policía ya viene hacia acá, sé lo que le hiciste a Araceli, robaste su historia y la hiciste pasar como tuya, la mataste para quedarte con ella —dijo Carlos.
—Esa imbecil, merecía lo que le pasó —dijo Damián.
—Vas a pagar —dijo Araceli y tomó del cuello a Damián.
—Quitámela —suplicó Damián.
Iván llegó en ese momento y se quedó sorprendido al ver a Damián aterrorizado.
Mientras gritaba confesó haber matado a Araceli y a Carol, Carlos al escuchar eso casi cae al suelo, no podía creer lo que escuchaba.
Araceli lo soltó y señaló un tanque de agua, Carlos corrió y allí estaba el cuerpo de Carol, él bajó, el tanque estaba vacío, la tomó en sus brazos y sintió su cuerpo tibio, llamó a Iván y le pidió que pidiera una ambulancia.
Damián estaba esposado en la patrulla cuando llegó la ambulancia, sacaron a Carol del tanque y fue llevada al hospital de inmediato.
Estuvo cinco días inconsciente, Carlos no se apartó de su lado.
Damián fue arrestado por el asesinato de Araceli y por atentar contra Carol, en la fábrica había suficiente evidencia para condenarlo por la muerte de Araceli, en la cárcel se la pasaba gritando que sacaran a Araceli de la celda, los otros presos se reían y se burlaban de su locura.
Carlos y Carol buscaron a la familia de Araceli y entregaron el contrato de publicación de su libro, era su forma de darle paz a su espíritu.
Desde ese momento Carol y Carlos permanecieron juntos y entre los dos publicaron un libro con la historia que vivieron, aunque para el público era una historia de ficción, ellos sabían que era una historia real de una fantasma que buscaba justicia.
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Relato | No me importas tanto



Cuando una relación se termina porque el amor se acabó es doloroso, pero puede resultar liberador, te quitas un peso de encima. ¿Pero qué pasa cuando se acaba solo el amor de tu pareja? Definitivamente no es liberador. Resulta frustrante y hasta deseas que sea obra de una mujer sin escrúpulos que te robó el amor de tu pareja, para así poder sentir rabia en lugar de todos los demás sentimientos que te abruman. Así me siento en este momento, no dejo de preguntarme qué pude haber hecho para que Daniel me dejara de amar, siento que soy la misma mujer que era hace tres años, cuando me pidió que fuera su novia. Me siento triste, insuficiente, frustrada y molesta con él. Le he enviado incontables mensajes pidiéndole que recapacite, lo sé, muchas personas dirían que me estoy humillando, pero son tres años de mi vida con él, son planes, sueños, historias que no merecen tener este final. 

Siento cierto placer en torturarme evocando recuerdos y escuchando canciones tristes mientras camino sola, bajo la luz de las farolas, por las calles que solíamos frecuentar Daniel y yo. Llegué al bulevar donde le dije que sí quería ser su novia y nos dimos nuestro primer beso, no podría ser más perfecto, hay heladerías, cafeterías y restaurantes con sus mesas y sillas afuera. Luces navideñas cuelgan de un establecimiento al otro formando un hermoso techo de luz que ilumina a las parejas y el suelo de adoquines mojados por la lluvia de hace unas horas, igual que el día del recuerdo en cuestión, me siento en el mismo banco para saborear mejor mi tristeza. 

—Gracias por aceptar salir conmigo, Miranda —dijo Daniel, con esa mirada que me mataba y me sigue matando. 

—Gracias a ti por invitarme —respondí yo, con más timidez en la voz de la que me habría gustado demostrar. 

—Desde que te conocí no dejo de pensar en ti —dijo él mientras tomaba mi cabeza con delicadeza para darme el beso más hermoso que alguna vez alguien me había dado, fue un beso mágico que marcó un antes y un después en mi vida. 

Me sequé las lágrimas y me puse de pie para continuar con mi camino, no tenía un rumbo fijo, solo me apetecía caminar y sentarme unos minutos en los lugares que me recordaran a Daniel, así fue como llegué a la orilla del río donde me dijo que me amaba por primera vez, fue exactamente un mes después de nuestro primer beso, celebrabamos nuestro primer mes juntos con un picnic en la orilla del río, yo preparé un pie de limón, gracias a la ayuda de un vídeo tutorial en Internet y él compró un vino tinto. Fue un dia perfecto, me cuesta recordar discusiones o malos ratos con él y me doy cuenta de que, al final, los buenos momentos duelen más que los malos. 

Me pongo de pie con dificultad porque el suelo está resbaloso debido a la lluvia, todo pasó muy rápido, estaba tratando de subir por el camino de regreso a la calle cuando me resbalé y caí rodando hasta el río, el día del picnic con Daniel no me habría pasado nada ya que el río estaba en calma, pero hoy el agua se desplazaba con violencia, arrastrando todo a su paso, todo lo contrario a mí, que me costaba moverme debido a la tristeza. El río me arrastró y yo poco pude hacer, luché con todas mis fuerzas, pero el choque con unas piedras me dejó sin conciencia y lo último que recuerdo es haber despertado en un hospital. En la habitación había otras tres camas, todas con personas mayores y solo una con alguien haciéndole compañía. 

El corazón casi se me salió del pecho cuando vi a Daniel de espaldas en la entrada de la habitación, me hice la dormida y lo vigile por el rabillo del ojo, lo reconocería en cualquier parte, su espalda ancha y fuerte al igual que sus brazos, su cabello castaño claro acariciando su cuello, podía sentir su olor desde ahí. Daniel estaba hablando con dos policías. 

—Creo que todo ha sido culpa mía —dijo él —. No la empuje ni nada, es solo que creo que lo hizo a propósito, hoy terminamos la relación y se ve que le afectó bastante —agregó rápidamente cuando notó que los policías malinterpretaban sus palabras. Yo me sentí ofendida, yo no terminé la relación, no debería decir "terminamos" si yo no estaba de acuerdo. 

Los policías se fueron y Daniel se sentó a mi lado, me tomó una mano y me costó seguir fingiendo que dormía, necesitaba asimilar lo que acababa de escuchar, él creía que yo había intentado suicidarme por él, me incomodaba que pensara eso, pero podría ser una oportunidad para mi, para demostrarle que fue un error dejarme, me podía dar tiempo para que se dé cuenta que sigo siendo la misma de la que se enamoró. 

Decidí fingir que él tenía razón, que la tristeza me venció y quise terminar rápido con mi dolor, está mal, lo sé, pero estaba desesperada por otra oportunidad. 

—Daniel —susurré al abrir los ojos y verlo a mi lado, me sorprendió que mi voz sonara tan débil. 

—Tranquila, mi amor, todo va a estar bien, solo tienes que descansar —dijo él con cariño, yo asentí y cerré los ojos, no tenía que fingir mi malestar, notaba varias partes de mi cuerpo vendadas, una de ellas era la cabeza y los analgésicos me tenían al borde del sueño. 

La recuperación fue rápida, me pusieron puntos en la cabeza, en una pierna y en el abdomen. Daniel volvió a vivir en mi apartamento y yo no podía estar más feliz, él se comportaba amable y atento como siempre, pensé con entusiasmo que seguro se había dado cuenta del error que había cometido al terminarme cuando todavía me amaba. 

Sonó el tono de mensaje del teléfono de Daniel repetidas veces y llamó mi atención, no pude aguantar la tentación de ver quién era y aproveché mientras él hablaba afuera con nuestro vecino de al lado. Encendí la pantalla, solo quería ver quién le había escrito, en la pantalla decía: "Sandra: Te odio, Daniel". Desbloquee el teléfono con las manos temblorosas y el corazón desbocado, abrí el mensaje y leí la conversación. 

"Daniel: Nena, no se como decirte esto, ni siquiera quiero tener que decirlo, pero tú mereces saber la verdad. Miranda se volvió loca y se intentó suicidar cuando la dejé. No puedo dejarla y que se suicide por mi culpa, tú sabes que no la quiero, pero mi conciencia no me permite desentenderme. Perdóname por favor, sabes que te amo y por eso quiero darte la libertad de encontrar a alguien que no tenga problemas de mostrarte al mundo. Te amo, Sandra". 

"Sandra: No me puedes hacer esto Daniel. Me prometiste que dejarías a esa zorra manipuladora, estoy cansada de esperar por ti y ahora me dejas así, solo porque te acabas de dar cuenta de que tu noviecita está loca". 

"Sandra: ¿Sabes qué? Quédate con la loca de tu novia, no me importa". 

"Sandra: Responde, Daniel. No puedes hacerme esto". 

"Sandra: Te odio, Daniel". 

Cuando terminé de leer los mensajes las lágrimas casi no me dejaban ver, me costaba asociar al Daniel de los mensajes con mi Daniel. ¿Desde cuándo me estaría engañando? Nunca descubrí algún indicio de infidelidad, pensaba que sería más fácil si me dejaba por otra mujer, pero el dolor es insoportable, me duele el corazón y tengo ganas de vomitar. 

—¿Qué pasa? —preguntó Daniel con cautela, entró sin que me diera cuenta y seguramente notó que lloraba por el temblor de mis hombros, yo me volteé, él confirmó que yo estaba llorando y reparó en su teléfono en mi mano, se puso nervioso. 

—No es lo que piensas. —Comenzó a decir pero yo lo interrumpí. 

—Shhh. No quiero escuchar una palabra más, pero solo déjame aclararte algo. Si, estaba devastada cuando me dejaste, pero nunca, escucha bien, nunca, me quitaría la vida por ti, no me importas tanto ¿entiendes? Así que te puedes ir con tu amante y cuidado, que ella sí parece estar loca. —Salí corriendo, negándome a escucharlo, por fin había comprendido su repentino desamor. 

Quisiera decir que me topé con un guapo multimillonario, que tuve éxito en el amor y fui feliz, pero no, sólo ha pasado una semana desde que descubrí el engaño de Daniel, pero no todo ha sido pérdida, descubrí algo esta semana, descubrí que no lo necesito, solo necesito a una persona para ser feliz y esa persona se llama Miranda. 




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