Relato | No me importas tanto



Cuando una relación se termina porque el amor se acabó es doloroso, pero puede resultar liberador, te quitas un peso de encima. ¿Pero qué pasa cuando se acaba solo el amor de tu pareja? Definitivamente no es liberador. Resulta frustrante y hasta deseas que sea obra de una mujer sin escrúpulos que te robó el amor de tu pareja, para así poder sentir rabia en lugar de todos los demás sentimientos que te abruman. Así me siento en este momento, no dejo de preguntarme qué pude haber hecho para que Daniel me dejara de amar, siento que soy la misma mujer que era hace tres años, cuando me pidió que fuera su novia. Me siento triste, insuficiente, frustrada y molesta con él. Le he enviado incontables mensajes pidiéndole que recapacite, lo sé, muchas personas dirían que me estoy humillando, pero son tres años de mi vida con él, son planes, sueños, historias que no merecen tener este final. 

Siento cierto placer en torturarme evocando recuerdos y escuchando canciones tristes mientras camino sola, bajo la luz de las farolas, por las calles que solíamos frecuentar Daniel y yo. Llegué al bulevar donde le dije que sí quería ser su novia y nos dimos nuestro primer beso, no podría ser más perfecto, hay heladerías, cafeterías y restaurantes con sus mesas y sillas afuera. Luces navideñas cuelgan de un establecimiento al otro formando un hermoso techo de luz que ilumina a las parejas y el suelo de adoquines mojados por la lluvia de hace unas horas, igual que el día del recuerdo en cuestión, me siento en el mismo banco para saborear mejor mi tristeza. 

—Gracias por aceptar salir conmigo, Miranda —dijo Daniel, con esa mirada que me mataba y me sigue matando. 

—Gracias a ti por invitarme —respondí yo, con más timidez en la voz de la que me habría gustado demostrar. 

—Desde que te conocí no dejo de pensar en ti —dijo él mientras tomaba mi cabeza con delicadeza para darme el beso más hermoso que alguna vez alguien me había dado, fue un beso mágico que marcó un antes y un después en mi vida. 

Me sequé las lágrimas y me puse de pie para continuar con mi camino, no tenía un rumbo fijo, solo me apetecía caminar y sentarme unos minutos en los lugares que me recordaran a Daniel, así fue como llegué a la orilla del río donde me dijo que me amaba por primera vez, fue exactamente un mes después de nuestro primer beso, celebrabamos nuestro primer mes juntos con un picnic en la orilla del río, yo preparé un pie de limón, gracias a la ayuda de un vídeo tutorial en Internet y él compró un vino tinto. Fue un dia perfecto, me cuesta recordar discusiones o malos ratos con él y me doy cuenta de que, al final, los buenos momentos duelen más que los malos. 

Me pongo de pie con dificultad porque el suelo está resbaloso debido a la lluvia, todo pasó muy rápido, estaba tratando de subir por el camino de regreso a la calle cuando me resbalé y caí rodando hasta el río, el día del picnic con Daniel no me habría pasado nada ya que el río estaba en calma, pero hoy el agua se desplazaba con violencia, arrastrando todo a su paso, todo lo contrario a mí, que me costaba moverme debido a la tristeza. El río me arrastró y yo poco pude hacer, luché con todas mis fuerzas, pero el choque con unas piedras me dejó sin conciencia y lo último que recuerdo es haber despertado en un hospital. En la habitación había otras tres camas, todas con personas mayores y solo una con alguien haciéndole compañía. 

El corazón casi se me salió del pecho cuando vi a Daniel de espaldas en la entrada de la habitación, me hice la dormida y lo vigile por el rabillo del ojo, lo reconocería en cualquier parte, su espalda ancha y fuerte al igual que sus brazos, su cabello castaño claro acariciando su cuello, podía sentir su olor desde ahí. Daniel estaba hablando con dos policías. 

—Creo que todo ha sido culpa mía —dijo él —. No la empuje ni nada, es solo que creo que lo hizo a propósito, hoy terminamos la relación y se ve que le afectó bastante —agregó rápidamente cuando notó que los policías malinterpretaban sus palabras. Yo me sentí ofendida, yo no terminé la relación, no debería decir "terminamos" si yo no estaba de acuerdo. 

Los policías se fueron y Daniel se sentó a mi lado, me tomó una mano y me costó seguir fingiendo que dormía, necesitaba asimilar lo que acababa de escuchar, él creía que yo había intentado suicidarme por él, me incomodaba que pensara eso, pero podría ser una oportunidad para mi, para demostrarle que fue un error dejarme, me podía dar tiempo para que se dé cuenta que sigo siendo la misma de la que se enamoró. 

Decidí fingir que él tenía razón, que la tristeza me venció y quise terminar rápido con mi dolor, está mal, lo sé, pero estaba desesperada por otra oportunidad. 

—Daniel —susurré al abrir los ojos y verlo a mi lado, me sorprendió que mi voz sonara tan débil. 

—Tranquila, mi amor, todo va a estar bien, solo tienes que descansar —dijo él con cariño, yo asentí y cerré los ojos, no tenía que fingir mi malestar, notaba varias partes de mi cuerpo vendadas, una de ellas era la cabeza y los analgésicos me tenían al borde del sueño. 

La recuperación fue rápida, me pusieron puntos en la cabeza, en una pierna y en el abdomen. Daniel volvió a vivir en mi apartamento y yo no podía estar más feliz, él se comportaba amable y atento como siempre, pensé con entusiasmo que seguro se había dado cuenta del error que había cometido al terminarme cuando todavía me amaba. 

Sonó el tono de mensaje del teléfono de Daniel repetidas veces y llamó mi atención, no pude aguantar la tentación de ver quién era y aproveché mientras él hablaba afuera con nuestro vecino de al lado. Encendí la pantalla, solo quería ver quién le había escrito, en la pantalla decía: "Sandra: Te odio, Daniel". Desbloquee el teléfono con las manos temblorosas y el corazón desbocado, abrí el mensaje y leí la conversación. 

"Daniel: Nena, no se como decirte esto, ni siquiera quiero tener que decirlo, pero tú mereces saber la verdad. Miranda se volvió loca y se intentó suicidar cuando la dejé. No puedo dejarla y que se suicide por mi culpa, tú sabes que no la quiero, pero mi conciencia no me permite desentenderme. Perdóname por favor, sabes que te amo y por eso quiero darte la libertad de encontrar a alguien que no tenga problemas de mostrarte al mundo. Te amo, Sandra". 

"Sandra: No me puedes hacer esto Daniel. Me prometiste que dejarías a esa zorra manipuladora, estoy cansada de esperar por ti y ahora me dejas así, solo porque te acabas de dar cuenta de que tu noviecita está loca". 

"Sandra: ¿Sabes qué? Quédate con la loca de tu novia, no me importa". 

"Sandra: Responde, Daniel. No puedes hacerme esto". 

"Sandra: Te odio, Daniel". 

Cuando terminé de leer los mensajes las lágrimas casi no me dejaban ver, me costaba asociar al Daniel de los mensajes con mi Daniel. ¿Desde cuándo me estaría engañando? Nunca descubrí algún indicio de infidelidad, pensaba que sería más fácil si me dejaba por otra mujer, pero el dolor es insoportable, me duele el corazón y tengo ganas de vomitar. 

—¿Qué pasa? —preguntó Daniel con cautela, entró sin que me diera cuenta y seguramente notó que lloraba por el temblor de mis hombros, yo me volteé, él confirmó que yo estaba llorando y reparó en su teléfono en mi mano, se puso nervioso. 

—No es lo que piensas. —Comenzó a decir pero yo lo interrumpí. 

—Shhh. No quiero escuchar una palabra más, pero solo déjame aclararte algo. Si, estaba devastada cuando me dejaste, pero nunca, escucha bien, nunca, me quitaría la vida por ti, no me importas tanto ¿entiendes? Así que te puedes ir con tu amante y cuidado, que ella sí parece estar loca. —Salí corriendo, negándome a escucharlo, por fin había comprendido su repentino desamor. 

Quisiera decir que me topé con un guapo multimillonario, que tuve éxito en el amor y fui feliz, pero no, sólo ha pasado una semana desde que descubrí el engaño de Daniel, pero no todo ha sido pérdida, descubrí algo esta semana, descubrí que no lo necesito, solo necesito a una persona para ser feliz y esa persona se llama Miranda. 




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