Relato | Quiero que sientas



Sophie estaba en su cama, todavía se desternillaba de risa, su cerebro repetía las palabras que le había dicho hacía unos minutos: "Si tus sentimientos no me quieres mostrar, tu piel los ha de revelar", sin duda alguna era lo más gracioso que le había pasado en meses. Ella no solía burlarse de la gente, de hecho, ni siquiera delante de él mostró sus ganas de reír y aunque para ella era una señal de educación, para Roger era insensibilidad y falta de respeto. 

Sophie y Roger comenzaron a salir tres meses atrás, ella creía que les iba bien en la relación y aunque Roger le parecía un muchacho un poco extraño, a ella le gustaba eso, de él le llamó la atención su aire misterioso. Era gótico y ella vestía como gótica también porque pensaba que combinaba más con su personalidad. 

La madre de Sophie le enseñó a no demostrar nunca su tristeza, su disgusto o su alegría. Le enseñó que: si estaba triste sus enemigos se regocijarían con su sufrimiento, si demostraba molestia podía molestar todavía más a los demás o serviría para señalar sus puntos débiles y si se mostraba feliz las personas que la envidian arruinarían su felicidad. Puede sonar absurdo, pero si creces bajo esas enseñanzas te puedes volver en una persona en apariencia fría y sin sentimientos. Constantemente tenía dificultades por su forma de ser, por eso se refugió en la ropa negra, sabía que la gente justificaría su "frialdad" por ser de una tribu urbana y no la acusarían constantemente de tener problemas psicológicos, pero no siempre era así, no siempre se salvaba de críticas y de ser señalada.

Con Roger se sentía realmente feliz, pero, por supuesto, no lo demostraba, tampoco demostraba su amor, celos o tristeza y Roger interpretaba todo eso como falta de interés. La gota que derramó el vaso fue ese mismo día, quedaron después de clases para comer un helado y Roger le dió una noticia, Sophie sospechaba que solo quería provocarla. 

—Tengo algo que contarte —dijo Roger, continuó cuándo vio que ella le prestaba atención—. Samantha me ha estado escribiendo, quiere volver a verme, he estado pensando que podría aceptar, solo para ponernos al día. —Terminó de decir Roger, observando atentamente su expresión. Samantha era su ex, Sophie sabía que fue y tal vez seguía siendo el amor de su vida, sintió que el alma se le caía a los pies y a la vez muchas ganas de golpear a Samantha, quería gritarle que no, que él era su novio y ella solo su ex, un capítulo pasado de su vida, pero ella sabía que ser sincera solo traería problemas. 

—Que bueno, espero que la pasen bien los dos —dijo Sophie, tratando de no mostrar interés, pero casi pierde la compostura porque Roger golpeó la mesa y se levantó de un golpe de su silla obligándola a dar un respingo del susto. 

—¡Lo sabía! ¡Sabía que te iba a importar una mierda! —gritó Roger apuntándole con un dedo, Sophie estaba asustada y muy molesta, todos en la heladería dejaron sus conversaciones de lado para presenciar el espectáculo que estaba ofreciendo Roger, pero ni siquiera en ese momento lo pudo demostrar— ¿Sabes qué? Nos va a ir muy bien en nuestra cita ¿Sabes por qué? Porque ella no es una loca sin sentimientos como tú —espetó un Roger colérico que ella no conocía, por dentro ella estaba llorando, por fuera impasible. 

Roger se dió la vuelta para irse, pero cambió de idea y se encaró a ella y pensó un momento lo que iba a decir. 

—Si tus sentimientos no me quieres mostrar, tu piel los ha de revelar —dijo Roger con las palmas de las manos y los dedos apuntando hacia ella, como si le estuviera haciendo un hechizo y acto seguido salió de la heladería mientras todos lo demás clientes reían sin parar por lo que acababan de presenciar, ella también rió mucho, pero solo cuando llegó a su casa, bajo la seguridad de sus cuatro paredes y su techo, donde nadie la podría lastimar. 

La risa le dio paso al llanto, Sophie intuía que semejante ataque de risa solo podía ser por una profunda tristeza, tantos años y tanto dolor para aprender a no mostrar sus sentimientos ¿Para qué? Ahora su novio pensaba que no lo quería y que no tenía sentimientos y claro que los tenía, desgraciadamente los tenía. 

Sophie lloró hasta quedarse dormida, soñó con Roger, que una despampanante Samantha se lo arrebataba en la heladería llena de gente mientras todos se reían en su cara, Sophie empezaba a llorar y todos reían con más fuerza, entonces la Sophie de sus sueños dejó de llorar para enfrentarse a todos, les gritaba molesta y dejaron de reír para empezar a golpearla con el rostro desfigurado por la ira. Sophie despertó asustada, con el corazón latiendo con fuerza, los rayos del sol que se colaban por la cortina le hicieron saber que ya había amanecido. Se levantó y caminó pesadamente hasta el baño, le costaba ver porque aún tenía los ojos hinchados por haber llorado tanto, mientras se cepillaba los dientes algo llamó su atención en el espejo del lavamanos y levantó la cabeza, se atragantó con la crema dental que tenía en la boca y casi vomita, cada milímetro de su piel estaba teñido de azul marino, tenía que ser una broma, casi se desmaya cuando empezó a notar que su piel cambiaba de azul a verde. Tomó la esponja de la ducha y se restregó los brazos con fuerza con jabón, el corazón se le iba a salir del pecho, no solo la tinta no salía, parecía que el verde era el color natural de su piel, se extendía por toda su piel pero ningún vello ni sus uñas habían cambiado. 

—Te voy a matar —dijo Sophie al mismo tiempo que cambiaba a rojo. 

Sophie salió de su casa hecha una furia, más adelante se arrepintió de no haber pensado con más claridad, con toda la rabia no se le había ocurrido cubrirse la mayor cantidad de piel posible. 

Cuando Roger abrió la puerta no se esperaba encontrarse a Sophie ahí, mucho menos en esas condiciones. 

—¿Qué clase de broma es esta? Dime cómo diablos me quito esta tinta —preguntó Sophie calmada, pero por dentro llena de odio hacia Roger. 

—Tu piel es roja. 

—¿Y crees que no lo sé? Una cosa es tener la piel pintada de un solo color, la gente podría decir "oh, mira, alguien le hizo una broma a esa chica", ¡pero yo vengo todo el camino cambiando de color! ¡Parezco un estúpido semáforo! Dime que me echaste, entraste a mi casa mientras dormía y me rociaste con alguna tinta mágica, es eso ¿Verdad? —Roger negó con la cabeza. 

—No lo puedo creer, yo solo te quería asustar, pensé que el hechizo era una broma o algo. —Roger abrió los ojos como platos— ¡Estás cambiando a verde! —dijo mientras se llevaba las manos a la boca con asombro—. Oh, ya estás roja de nuevo. 

—Espera, ¿me estás diciendo que me lanzaste un hechizo de verdad? 

—No lo sabía, solo te quería asustar. Sophie, mírate, ni siquiera después de eso me demuestras lo que sientes, supongo que el rojo significa que estás molesta —dijo Roger, Sophie notó que estaba asustado—. Espera un momento. 

Roger volvió a salir al cabo de unos segundos con un suéter en la mano —Toma, póntelo, llamarás menos la atención. 

—Gracias, supongo —dijo Sophie y enseguida preguntó—. ¿A dónde vamos?

—A la biblioteca, manzanita. Oye, te pusiste amarilla, olvídalo estás roja de nuevo. 

Cuando llegaron a la biblioteca Roger la dirigió a una sección en el fondo y le hizo saber el color actual de su piel, era verde. 

—No sabía que hay libros de hechizos en la biblioteca pública —comentó Sophie con curiosidad. 

—Estás azu...—Comenzó a decir Roger, pero Sophie lo interrumpió. 

—¿Puedes parar? Por favor. 

—Lo siento, pensé que querrías saberlo y no sé si hay libros de hechizos en la biblioteca, el libro donde encontré el hechizo está escondido por aquí —dijo Roger encaramado en las repisas mientras tanteaba con la mano en lo alto del mueble—. Tiene que estar por aquí, vengo con Fred y John a leerlo de vez en cuando, no pensé que era real, lo hacíamos por diversión —dijo Roger, Sophie percibió vergüenza en su voz. 

—Descuida, sé que no lo habrías hecho si hubieras sabido que funcionaba, entiendo lo frustrante que debió ser para ti haber sido mi novio. 

—¡Lo tengo! Aquí está —dijo Roger agitando un pequeño libro por encima de su cabeza, Sophie se lo arrebató de la mano, estaba muy gastado, le faltaba la portada y algunas páginas, Roger se lo volvió a quitar de las manos y buscó entre las páginas. 

—Aquí está, si tus sentimientos no me quieres mostrar, tu piel los ha de revelar —dijo Roger señalando una página. 

—¿Qué más dice? ¿Cómo se deshace? —preguntó Sophie, dando saltitos para ver por encima de su hombro, la mirada de Roger se lo dijo todo, parecía que sus ojos le pedían perdón y ella sintió que todo se derrumbaba a su alrededor—. ¿Ahora que voy a hacer? Dudo que pueda tener una vida normal, tal vez si pido trabajo en un circo… 

—Es sencillo, tu piel cambia de color de acuerdo al sentimiento que estés experimentado, si los exteriorizas tal vez se rompa el hechizo. 

—Ok, me quedaré así entonces, gracias. 

—¿Es tan importante para ti parecer dura?

—Tú no lo entiendes, Roger. —Sophie salió corriendo de la biblioteca, atrayendo todas las miradas. 
 
Roger tuvo que pedirle el auto a su padre para buscar a Sophie, ya se había hecho de noche y la encontró de casualidad en el mirador de la ciudad. 

—Dime qué es lo que tengo que entender, Sophie —dijo Roger a la espalda de ella. 

Sophie no respondió y él se sentó a su lado. 

—Wow, es impresionante —dijo Roger cuando se dió cuenta de la vista que tenía en frente, desde allí se podía ver toda la ciudad iluminada en la noche. 

—Siempre vengo cuando necesito pensar, me relaja poder ver todo lejos, es como si dejara mis problemas allá mientras yo estoy aquí. Disculpa, es una tontería —dijo Sophie, hablaba suave, como en un susurro. 

—No es una tontería. 

—Venía siempre ¿sabes? Cuando tenía problemas con mi madre. Te mentí un poco, ella no me enseñó a ser como soy "por mi bien" como te dije, ella me odiaba Roger. Mi padre la abandonó cuando la embarazó, ella me culpaba a mi. Siempre estaba drogándose y su pasatiempo favorito era verme sufrir, si me veía feliz o me escuchaba reír me golpeaba porque no merecía la felicidad, si yo me molestaba me seguía golpeando, solo para demostrarme que ella era más fuerte y si me veía desdichada ella era feliz. Yo me obligue a no demostrar más mis sentimientos. Lo hace desde que nací, te podrás imaginar que después de tantos años ya soy toda una experta. 

—Oh, Sophie, lo siento tanto, perdóname por favor —dijo Roger dulcemente, secando las lágrimas que recorrían el rostro de Sophie—. Estás llorando, Sophie y ¡Mira tu piel!

Sophie sonrió tímidamente, no había sido tan difícil. Roger la abrazó con fuerza y la besó como nunca nadie la había besado. 

—Perdóname, por lo del hechizo. —Le pidió él. Sophie puso un dedo en sus labios. 

—Si no lo hubieras hecho nunca me habrías visto sonreír por ti. 

-LilianaG



Share:
spacer

No hay comentarios:

Publicar un comentario